Burnout en el Profesional de la Salud: Datos Clave para Detectarlo.

¿Eres perfeccionista, competente, vocacional y con grandes expectativas? ¡Felicidades! Eres más propenso a padecer Síndrome de Burnout. Más aún si eres profesional o estudiante de la salud (nos caracterizamos por cuidar muy poco NUESTRA PROPIA SALUD, vaya ironía). A continuación una guía para saber si eres un miembro más del “club de los quemados”.

A mi no me va a pasar…

El síndrome de Burnout se produce por el sobreesfuerzo o sobreexigencia, componentes que afectan el rendimiento y calidad del desempeño profesional.

Existen tres características etiológicas básicas:

  1. Se genera en el medio laboral
  2. Está asociado a relaciones interpersonales
  3. Se produce en profesionales que deben dar resultados a otros

Los profesionales más afectados por Burnout son los del sector salud (nosotros) y educación; está presente en 1 de cada 5 profesionales de la salud. Los factores que ayudan a su aparición son: burocracia, jerarquías, ambientes laborales deficientes, horarios antifisiológicos, políticas rígidas, falta de retroalimentación, recompensas no equitativas, relaciones sociales pobres, falta de respeto y la preparación deficiente para una comunicación interpersonal exitosa (médicos internos y residentes derraman lágrimas ahora).

Aunque los estudios muestran una mayor incidencia entre los 30 y 50 años, es lógico pensar que los “más quemados” son aquellos con mucho tiempo en el ámbito laboral deficiente. Sin embargo, este síndrome se está haciendo más común entre los jóvenes, por las carreras que cada vez duran más y la creciente carencia de oportunidades de trabajo al egresar. ¡Bienvenidos al mundo real!

Datos que te Sugieren un Síndrome de Burnout

Al mal paso darle prisa, este síndrome se desarrolla en 4 fases, según el modelo de Edelwich y Brodsky:

  1. Entusiasmo: es el periodo inicial de la carrera laboral, muestras gran ilusión, energía y expectativas irreales sobre un trabajo que aun no conoces realmente.
  2. Estancamiento: el trabajo deja de ser primordial y centras tu atención en actividades personales ajenas a él. Empiezas a valorar otros aspectos del trabajo (económicos, horarios, compensaciones, vacaciones)
  3. Frustración: te cuestionas el sentido real de ayudar a los demás cuando ellos no colaboran, si es compensable el trabajo que realizas, o si vale la pena luchar contra las barreras burocráticas; hay un desencanto profesional y la empatización empieza a endurecerse cada vez más. Pueden aparecer problemas emocionales, fisiológicos y/o conductuales.
  4. Apatía: aparece como mecanismo de defensa contra la frustración. Tienes muy poca motivación laboral, llegando a rechazar todo lo que implique cambios, innovación, inclusive en la misma atención al enfermo. Se presenta una actitud cínica, fría, distante y hasta lesiva; hay decepción, culpa, fracaso, ansiedad y/o angustia. Aparece la tendencia a la culpabilización; por ejemplo, el residente piensa que el paciente tiene bien merecida su enfermedad. Lo único que deseas es que la estabilidad laboral compense tu falta de satisfacción.

Este proceso puede ser cíclico, repetirse en el mismo individuo, incluso en distintos trabajos. Toma nota del cuadro clínico, que incluye: cansancio, pérdida de apetito, malestar general, cefalea, lumbalgia, cervicalgia, contracturas musculares, alergias, hipertensión arterial, enfermedad coronaria, supresión inmunológica, crisis asmáticas, infecciones respiratorias,  alteraciones menstruales, trastornos gastrointestinales o dermatológicos. Además, conductas de exceso caracterizadas por el abuso de sustancias: café, tabaco, alcohol, barbitúricos, calmantes; conductas de riesgo, hiperactividad, agresividad, insomnio, depresión, separación, divorcio y hasta suicidio.

Prevención del Síndrome de Burnout

Pues bien, ya sabes de qué se trata esto. Si eres del afortunado porcentaje mundial que aún no está “quemado”, te dejamos algunos consejos para mantenerte así:

  • En lo individual: desarrolla aficiones y hobbies que aumenten y enriquezcan la vida extralaboral. Utiliza técnicas para afrontar el estrés, de autocontrol, para desarrollar tus habilidades sociales y para mejorar el autoestima.
  • En lo social: domina técnicas de formación continua que aumenten tu capacidad profesional, estrategias que mejoren las relaciones sociales entre todos, rotar puestos de trabajo y alternar horas asistenciales con horas de formación.

Manejo del Burnout en el Profesional de la Salud

El tratamiento se establece en función de las molestias concretas que presentas y su intensidad; como siempre, debe individualizarse. El inicio temprano de un tratamiento concreto ayuda a que no evolucione el trastorno. Además, cuanto antes reconozcas y aceptes que necesitas ayuda, será mejor. Reserva tiempo y espacio para las cosas que te hacen disfrutar (como las aficiones, paseos en la naturaleza, deportes), evita mezclar factores personales con los laborales, escribe los motivos de preocupación y sus respectivas soluciones posibles.

Define prioridades, mantén una dieta equilibrada, practica técnicas de relajación y respiración, desacelera actividades, elimina el consumo de tabaco y reduce el alcohol, café y calmantes. Renueva las relaciones con tu pareja, amigos y familiares que has desatendido. Es muy importante que mantengas los contactos sociales, al igual que aceptar la ayuda de ellos, pues refuerza tu autoestima y confraternidad.

¿Y si ni yo me aguanto?

Cuando las molestias son muy intensas, es recomendable someterse al tratamiento psicoterapéutico de forma estable, pautada, con apoyo profesional. Si el cuadro es intenso, los antidepresivos o fármacos para trastornos del sueño ayudan a corto plazo. ¡Pero cuidado con automedicarse, muchachos! Debemos tener prudencia con el uso de benzodiazepinas, y en general con cualquier calmante. A grandes rasgos, el manejo farmacológico consiste en:

  • Antidepresivos IRSS o duales en dosis habituales.
  • Mirtazapina, en presencia de insomnio y/o pérdida de peso
  • Venlafaxina, en presencia de síntomas de aislamiento, evitativos, depresivos y de cinismo marcado
  • Sertralina, si hay más síntomas asociados a estrés, irritabilidad, hiperactividad, ansiedad
  • Paroxetina, en situaciones de ansiedad o excitación cognitiva
  • Carbamazepina, en situaciones de impulsividad o inestabilidad emocional.

¿Estás quemado? Esperamos que no pero en algún momento lo estarás, de cualquier modo, sigue nuestras recomendaciones y recuerda:

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